24 Oct
24Oct

El viento puede llegar a ser incomodo sobre la bici y cuando hace frío, la sensación térmica es más baja. Pero este día el viento brilló por su ausencia, así que podemos decir que sopló a nuestro favor en otros sentidos: un entorno natural espectacular, sin percances, sin averías importantes y un grupo estupendo que hizo de esta ruta, una experiencia muy especial. 

Compartimos la crónica de uno de nuestros participantes en la pasada ruta por el Valle de Lozoya, el pasado 22 de Octubre.

Bajo el frio de la mañana, la aventura se despierta en el Hotel Ciclologde a las 10:00 en punto. 21 almas sapiens en bicicleta se adentran en el valle de Lozoya donde penetraron miles de años atrás el hombre Neandertal con el mismo embalse como testigo de nuestra travesía, un confidente silencioso de secretos y conversaciones que solo la naturaleza puede guardar.

Mariano, valiente y sereno, se erige como el protector de los intrépidos, mientras Paloma, con su inagotable energía, es el faro que guía a las parlanchinas por este cruce de caminos con horario implacable.

A medida que nos adentramos en el camino, nuestra confianza se afianza, pero la naturaleza nos reta con repechines inesperados. Un merecido descanso nos regala un apacible paseo junto al río, antes de volver al pedaleo con renovadas fuerzas.

La pista se desvanece, y un sendero estrecho nos obliga a cargar nuestras bicicletas en brazos. Tras más de 40 kilómetros, finalmente, llegamos al punto de partida, exhaustos pero radiantes.

La recompensa ansiada, un helado de mascarpone, equilibra las calorías quemadas y despierta sonrisas en nuestros rostros. Luego, una sesión de estiramientos, un breve instante para escuchar nuestras respiraciones y revivir los recuerdos grabados en nuestras retinas, se convierte en el antídoto perfecto para nuestras inquietudes personales.

Después de todo, como la rueda de Paloma, todos sufrimos averías en la vida, pero eso no nos detiene en nuestro eterno rodar (y sino, ya sabemos dónde está el puente del Perdón).

Mil gracias a todos y todas, que habéis convertido este domingo en un día para recordar y al hombre sapiens que inventó la rueda y que no sabía dónde iba a llegar.

Aquí despido la crónica que se hizo acompañar con salsa de buen rollo y mojo picón para mojar."

Gracias a todos!! Esto es lo más parecido a asistir a un espectáculo en directo en un escenario natural que te invita a descubrir una rica biodiversidad, un recorrido inigualable transitado desde tiempos inmemoriales, senderos que reconectan con los sentidos y espacios naturales que te devuelven tranquilidad y bienestar. 

 

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